23 de octubre de 2008

Aurelio Fernández, voz desde (en) el abismo…

…revestido de amor.



Pero, ¿es esto posible? Sí. Aurelio Fernández no es un pintor ni escritor conocido (ahorro con ello el trabajo del inquieto lector de acudir como primera fuente de sabiduría al google), mucho menos famoso o peor aún, reconocido. Aurelio Fernández es una voz anónima y ahogada en vida, pero sorprendentemente no en muerte porque es Gemma, su viuda, la persona encargada de mantener su antorcha en forma de libro “El Resto de mi Vida”, un año después de que las cenizas del autor fueran derramadas sobre el Ganges a su paso por Varanasi (Benarés) y bajo el rito local consistente en expandir previamente por el río cientos de barquitas de madera ocupadas por velas y flores, como portadoras del alma.


El pasado viernes diez de octubre, exactamente un año después de este hecho, se presentó en la Biblioteca Pública de Vallecas, sita en la calle Rafael Alberti y en el barrio donde viviera (entre viajes) el autor, el único libro que verá la luz, “El Resto de mi Vida”. Un libro portátil que sin duda estoy seguro de que se convertirá en uno de los Bartlebys que describiera Vila-Matas en su obra. Constituye un esfuerzo ímprobo de su viuda (dada la voluntad del autor) por reunir los cientos de escritos, pensamientos, reflexiones contenidas en los miles de materiales en los que Aurelio dejó escrito su pensamiento casi como una necesidad de desalojarlo de sus entrañas. El resultado es el caos creativo, sin una meta concreta, por puro sentimiento, literatura en el estado más puro, sin tamizar por ninguna red formal. Reflexiones, poesía, narrativa, confesiones, impresiones se van sucediendo abrupta y caóticamente a lo largo de todo el libro, combinada por testimonios de personas comunes que tuvieron (tuvimos) la suerte de conocer al personaje de cualquier novela de Kafka, Roth o del mismísimo Cervantes.

Mi humilde aportación al libro se limita a unas letras en su recuerdo que vienen incluidas en el libro (pág. 173) y que dan paso a su poesía, con la que canta de alguna forma a sus miedos. Reproduzco a continuación:


“Los problemas de las sociedades son eminentemente esenciados por los humanos. Y Aurelio Fernández era (y es a través de su obra) una de esas personas necesarias para entender o, cuanto menos, evadir el mundo. Un mundo (adviértase su minusculosidad por cuanto lo formamos nosotros) que tiende, a través de sus fuerzas más ocultas, a complicarse hasta tal punto de saberse indescifrable). Sorprendentemente la obra de Aure constituye una realidad inmisericorde con luces de amor a través de sus pinturas y una simplicidad sabia que descifra las grandes claves metafísicas a través de su literatura. Sin duda, Au, no sólo es un grito de dolor ante los problemas del mundo (realidades) sino que constituye una regla (fantasía) para descifrarlos y obviar su existencia a través del amor, la catarsis y la sonrisas”

Aurelio era una persona particular, con la que pude compartir muchas y buenos momentos, aunque en este caso, no todos los deseados. Ahora, en una esquina del salón de mi casa, como a él le gustaba preside la mesa un cuadro oblongo de apariciones, mares, perspectivas, espectros, bocas y ojos dislocados y de él todavía se sigue escuchando su aliento. En la presentación del libro se escucharon muchas de las anécdotas de la gente que convivió con él, todos recuerdan el baño de su casa, que era un libro en sí mismo, lleno de citas, poemas, reflexiones que como decía: “pos donde mejor”.


Me despido con tres cosas:


1. Una de las frases al inicio de la sección de reflexiones que creo que engloba la creación de este libro:


“Ahora sólo eskribo kuando muero, porke kuando estoy vivo, no tengo tiempo”


2. Una poesía que escribí el día 19 de julio de 2006, a su muerte, y que creía haber perdido, pero recopilando todos los documentos he podido encontrar. Lo mínimo que puedo hacer es prestárosla. Forma parte de un poemario que llamé “Urgente”.


Canción ahogada en silencio
pincel de vientos secretos
cerdas que buscan tu imagen
eco del mar incierto
rebelde de armas blandas
corazón de canto eterno
hielo de cuerpos estúpidos
calor que, como un precipio,
encuentras en mundos llenos.

Sonríe sin mover la boca
mas que para expresar talento
guiña los ojos sordos
no dejes asomar al tiempo
Grita lágrimas de semen
Mancha el limpio monumento:
a la naturaleza material;
al vacío de los cuencos;
a los libros terminados;
al hereje de los cuentos;
a los que con frases largas
adormecen sentimientos;
al caudillo de las ideas
destronadas con lamentos.

Reflexiones de la savia propia
con la “k” del peso de un barrio
que abriga ilusiones vivas
sobre ciénagas de cemento
en las que revolcar esperanzas
que nunca transitan en metro
entre estaciones de colores
y oscuros túneles yertos.
¿Dónde viaja la quimera?
¿se sabe si es fuera o dentro?

Maquinista de la nave;
sublevado de los remos;
espejo de mil colores;
bigote del pensamiento;
camello de tres jorobas;
espiga de los deseos;
pimienta sobre pintura;
Maqui de los sintecho.
Mirada triste de niño
contento con un solo pelo.
Collar de gemas preciosas
amuleto de nuevos retos.
Tío de los que crecen
y Rubén, de amante secreto.
Bandido de las mujeres,
menos maría, que queda dentro.

¡Tírame esa pelota!
A rodar jugaremos,
que toda la vida parezca
un inaudible mareo;
tras el cual vomitemos sangre
y en un lienzo la plasmemos;
al secarse se hará cenizas
cenizas
cenizas
cenizas de tus cimientos.



Au, el último quejido,
el de tu nombre,
siempre en nuestro recuerdo.

3. Y una foto para el recuerdo.

Deciros por último, que todavía estáis a tiempo de adquirir este libro, pidiéndoselo a su mujer, Gemma: gemviolet@yahoo.com.mx . Su coste es de 8 euros que serán donados a la Fundación Vicente Ferrer.

3 comentarios:

Bárbara dijo...

Asusta pensar que haya voces que se pierdan en algún cercano abismo. Es bonito el poema.

Miscelaneas dijo...

Grandes palabras para un amigo y un buen recordatorio de que la complicidad es mejor aun después de muerto

Conrado Arranz dijo...

Efectivamente Bárbara, pero tal vez una de las preguntas podría ser ¿en qué rincón del abismo se pueden volver a encontrar? Gracias por lo del poema porque la verdad es que es un género en el que no termino de encontrarme (muy al contrario a ti), si bien este salió muy de dentro y apenas pude controlarlo.
Gracias Carlos, efectivamente, esa complicidad digamos que se dignifica, si bien también tengo presente lo negativo. En la presentación del libro dije que me gustaba Aurelio porque vivía en la mera orilla del abismo, mirándola, y en la misma, dar un paso atrás no es sinónimo de derrota...necesariamente. Un abrazo.

 
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