24 de febrero de 2009

¿Dónde caben los sueños?

El verano pasado estuve paseando por Chiapas. Al llegar de nuevo al DF la primera pregunta era fácil: ¿escribir ficción o realidad?, pero desde luego la necesidad fue de escribir, porque ya de por sí México (y en esto recuerdo unas palabras que a su vez recuerda Vila-Matas de Pitol, vamos que son un recuerdo de un recuerdo, sin mucho mérito) es el lugar donde la creatividad te aborda. Decidí rápido: ficción. No me sentía capacitado para lo contrario, no había hecho el proceso suficiente de reflexión que merecía una situación tan compleja como la chiapaneca, había leído, sí, pero los libros muchas veces mienten, por eso decidí mentir yo también, y me puse a escribir una colección de minicuentos con todas las notas que tenía del viaje; de ellos quedan un trabajo excepcional de montaje fotográfico por parte de mi amigo Jesús, que estoy seguro que de una manera artesanal se dará a conocer antes o después y unos relatos imperfectos, demasiado emocionales, algunos de ellos poéticos, que reposan en un cajón, porque dicen que estos pequeños cuadros impresionistas, con el tiempo, adquieren un color sepia, a veces amarillento, parecido al de la razón, por supuesto me refiero a la facultad del ser humano para identificar y contrastar conceptos. Reposan en el cajón sin ánimo de ser algo, y sin embargo mi cabeza a veces sobrevuela el largo y cruento Océano para recordar sabores, olores, rostros, miradas, colores, contrastes, aires, frases, música y sensaciones, que de alguna manera me causan un daño que el tiempo juzgará o no como irreparable.

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Imagen: ¿Dónde caben los sueños?, Conrado Arranz
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Ahora, como un azote a la conciencia, me llega esta pregunta que da nombre al post y que mi amigo José hizo en alto cuando vio la fotografía que se camufla con el fondo de este “libro vacío” y que fue tomada en San Cristóbal, en una calle cualquiera, de una casa aún más anónima si cabe y con una pintura algo cansada de expresar sentimientos de desesperada agonía que no son otros que los que evoca la naturaleza cuando en silencio te revuelcas y escuchas el rugir de los monos aulladores en mitad de la selva Lacandona, mientras esperas con azoro que los indígenas te recojan en una de sus destartaladas furgonetas después de ver las policromías de Bonampak, que anuncian una pronta retirada para los ojos inquietos de los turbadores. La condición humana ha perdido la univocidad de los sueños, la reclusión y el anhelo de pertenecer a lo que un día fue; y mientras decoramos nuestra vida de objetos que, por inservibles, se han convertido en necesarios a través del aderezo publicitario propio de los bajos hombres y pacemos con los ojos cerrados por las calles, cerca de los escaparates que anuncian nuestros sueños, lejos de los de dignificación del único ser dotado con el uso de la palabra. Los sueños son una pluralidad de virus que germinan dentro de la propia esencia de lo que somos y que nos van corroyendo hasta desintegrarnos y provocar que volvamos al suelo que nos vio nacer. Tenemos la palabra y la capacidad de elegir a quien nos dirige, después perdemos la posibilidad de arrepentirnos durante algún tiempo, pero mantenemos el absolutismo sobre el lugar al que dirigimos nuestros sueños y pienso que esto es lo que me une al enmascarado que tuvo que huir después de hacernos pensar, pintando en la pared destartalada.


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Hace tiempo mi buen amigo Leandro me pidió un relato de este viaje ambiguo para su Revista (Cuaderno sie7e), me comprometí sin pensármelo dos veces por el reto que me planteaba, ahora me debato entre la duda y la imposibilidad, supongo que estas letras servirán al menos para argumentar mi indecisión que no indiferencia.


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Y tus sueños, ¿dónde caben?

19 de febrero de 2009

Ciego de lectura

No estoy preparado para hacer un análisis de mí. Tampoco te pido, querido lector, que lo hagas tú, simplemente ponte cómodo y, eso sí, sólo solicito tu ayuda en la comprensión de esta técnica ancestral que te obliga a ir guiñando poco a poco los ojos conforme avances en el cuento. No veo que lo estés haciendo querido amigo y siempre he presumido de los pocos que han podido leer el libro vacío. Venga, no hagas pereza, hazlo… ve cerrando los ojos cada vez un poquito más, pensando en lo que te gustaría leer ahora, así, hasta que las letras se vayan solapando y llegue un momento en el que no veas nada. Ahora dime ¿es blanco o negro lo que crees ver detrás de todo el texto?

16 de febrero de 2009

La glorieta de los fugitivos. Minificción completa, de José María Merino

“Esta mañana me he despertado con un miedo angustioso a no poder volar”.
(del minicuento “Temores Infundados”).


Supongamos que transcurre el año dos mil cuarenta y un joven como yo ahora, es decir, un joven que no sería yo, se haya en la Cuesta Moyano, en plena vorágine madrileña, buscando un libro del que ha oído que es representación esencial de la extinta literatura en el género “minicuentil”. Imaginemos con desesperanza la cara de nuestro joven aún por concebir, al escuchar la frase del librero: “lo siento, nunca lo tuvimos pero alguna vez más nos lo recomendaron”. Trance gozoso este…de imaginar nuevas historias, cuando la realidad es que transcurre el año dos mil ocho y gracias a la probada valentía de Páginas de Espuma podemos encontrar este pequeño reducto militante en numerosas librerías.

Sirva este espacio también para alzar aviso a navegantes de amplios océanos de que nada más partir la nave arribará el marinero a un nuevo puerto; a veces a una velocidad tal que guiará al aventurero a girar en torno a la inexistencia del tiempo. Es más, si cualquier tripulante intentase, víctima de una efímera locura, levar anclas en los puertos y trazar itinerarios coherentes, romperá la ficción volátil que encierra este lance. “La Glorieta de los Fugitivos” (refugio de piratas literarios) segará la realidad y la lógica de aquéllos que intenten ordenarla.

“Parece que mi imagen me ha abandonado para siempre y, en lugar de entristecerme, me ha invadido una sensación gustosa de alivio”.
(del minicuento “Divorcio”).


El capitán del barco nos lo avisa: “una gran cantidad de minicuentos discurren en el espacio fronterizo del sueño”. Pero si a lugar común pudiéramos aproximarnos, éste sería el de los problemas cotidianos. La ficción no existiría si la realidad no fuera creando. Los sueños ponen en entredicho la virtual legitimidad de los hechos y aquéllos discurren por el inconsciente en brevísimas imágenes que, piensa Merino, han de ser narradas también con brevísimas letrillas que mantengan el movimiento. Virtuosismo en hacerlas girar lentamente en torno a la idea de fabular y en dibujar, con trazo leve, una puerta abierta al inconformista lector con un letrero claro: prohibido no pasar.

“Entonces todos guardaron silencio y le miraron con el gesto de quienes no comprenden. Y él supo…que ya nunca podría regresar”.
(del minicuento “Un Regreso”).


José María Merino, como nos narra en “Plaga”, consigue que cientos de minicuentos se multipliquen incesantemente, a velocidad vertiginosa, y que invadan nuestras bibliotecas, hogares, agraciadamente sin otorgarnos la fórmula mágica que evite la intrusión; porque el mayor acierto es partir en una nave sin anclas, discurrir entre los minicuentos recopilados de sus obras anteriores (“Días Imaginarios” y “Cuentos del Libro de la Noche”), perderse entre los “Inéditos y Dispersos” y culminar en la recepción de veinticinco claves para entender (o perderse aún más) en la comprensión de este pequeño género literario pero tal vez el más antiguo de la mano de uno de los mejores narradores contemporáneos en lengua castellana.

“─Si supiérais lo que he menguado─ dijo el relato, y terminó”.
(del minicuento “Sin Título”).

11 de febrero de 2009

Revista "Cuaderno Sie7e"

Os presento "Cuaderno Sie7e", número 5 correspondiente a este 2009, una revista hecha con minuciosidad, gusto, contenido literario, que dirige mi amigo y compañero en más de un camino tortuoso y en alguna que otra senda iluminada, Leandro Herrero. Si bien es cierto que de vez en cuando tengo que mirarle desde la concavidad de un túnel... con esta revista el resplandor se hace palpable y facilitador.
Esta es una invitación a conocerla y también una invitación a participar en y de ella... porque está abierto el plazo de recepción de originales para la revista número 6 de 2010, el email: cuadernosie7e@gmail.com.
Los contenidos de este número:


POESÍA
Los lugares que quiero enseñarte — Lorenzo García Ferriol

TEATRO
Nuestra primera vez — Pablo Canela

NARRATIVA
Mediodía en Parque Requet — David Urgull
La huida — Pilar Zapata Bosch
La camisa — Juan Mª Molina Jiménez

CRÍTICA Y ENSAYO
Juan Ramón Jiménez y el Ateneo de Sevilla — Enrique Barrero González
La dulce ingenuidad de Miguel Hernández — Miguel A. Manzanas

Especial LITERATURA Y CINE
El mirón — Leandro Herrero
Objeto del deseo (Homenaje a Luis Buñuel) — Jerónimo López Mozo
«2001», la sublime conjunción de Kubrick y Clarke: Una odisea de emociones estéticas — Germán José Hesles Sánchez
Trumbo en el infierno de los otros — Jorge de Barnola
Dos momentos de la novela policíaca: «Laura» y «Asesinos sin rostro» (De la novela psicológica a un nuevo asesino anónimo y colectivo) — Ángela Martín del Burgo

RESEÑAS
Libros de: Alexis de Tocqueville, Horacio Castellanos Moya, Ginés Reche, Sergi Pàmies, José María Merino, etc., reseñados por, entre otros: Jon Bilbao, Antonio García Vila, Conrado Arranz y Andrés del Arenal.


¿Interesante no? Animaos a conocerla, animaos a participar.


En el próximo post... mi humilde participación: una reseña de "La glorieta de los fugitivos" de José María Merino.

 
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