28 de mayo de 2009

Escapa si puedes


Un cadáver, ya prácticamente desangrado, sobre la alfombra de un salón del aristocrático barrio de salamanca en Madrid. Junto a él, un hacha todavía sigue emanando calor, hay restos de sangre por todas partes, salvo en el filo del mismo, donde parece que se han preocupado por mantener el esplendor de su brillo. Agradecemos la consideración del cuerpo al caer de bruces frontalmente contra el suelo, aunque con seguridad sea debido a la inercia de los golpes que el occiso recibió en la espalda, los que permiten ahora contar las vértebras machacadas. Dentro de la chimenea continúa el crepitar silencioso de la leña en su afán de no dar por concluida la acción. La sangre está caliente sobre el cristal de la mesa baja, el cuerpo frío espera una caricia forense. Wagner no suena con el mismo esplendor en la radio de la habitación contigua, se escucha con el volumen bajo. Somos testigos incidentales al querer narrar con el color de las pupilas la acción sobre el fondo blanco del papel. Es fácil que el lector potencie su imaginación al presenciar la escena, saque sus propias conclusiones, eclosione con sus propios valores, e incluso se aterrorice al saber que el señor que yace sobre la alfombra puede ser perfectamente su marido que con una bata roja, saborea aún la piel y el sexo del hombre que bajaba precipitadamente las escaleras cuando nosotros subíamos a contemplar la escena. Es explícito, concreto, palpable.

Luego regresaré tarde a casa, habré perdido un gramo más de mi fe en el ser humano; mi mujer me recibirá con las mismas palabras de siempre, tal vez hoy sea uno de los días en los que me regale una sonrisa breve, tierna aunque desgastada, esta situación provocará de inmediato, como un gesto automático, que me abalance sobre ella y le abrace sin sentir nada. Con suerte ese día la cena estará preparada, si no seré yo el que improvisaré alguna fórmula para salir del paso ante esta cotidianeidad absurda. En la cena veremos, uno al lado del otro, la televisión, si es que conseguimos ponernos de acuerdo en el canal. Nos aburriremos seguramente de no prestarnos atención y nos iremos a acostar, también uno al lado del otro, cerrando nuestro día con un beso de los que se hacen sentir como una brisa, de los que no abren tan siquiera el mundo de los sueños, será simplemente como una desconexión del tiempo que recobraremos a la mañana siguiente gracias al molesto y repetitivo sonido de la alarma. Mañana será el mismo día que hoy pero con una cifra más sobre el calendario. Tal vez tenga la suerte de encontrarme en el camino hacia el trabajo a gente diferente y diversa que no me aporte nada o tal vez me encuentre con alguno de mis lectores, que aburrido de las novelas históricas de asesinatos que escribo, quiera acabar con el que les da vida sin siquiera conocer un poco de este Félix que pone aquí el punto y final de su existencia.

Tú, mientras tanto, pensarás que esta historia no tiene lógica, pero es que la vida es una especie de irregularidad de nuestra conciencia.



Imagen: "Escapa si puedes". Conrado Arranz. París 2009.

1 comentario:

eMiLiA dijo...

¿Acaso importa que tenga lógica?

ME gustó la historia. Mucho.

Un abrazo desde acá donde estoy!

 
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