11 de enero de 2010

el último cielo



"Con el frío y sereno aplomo que comunican las grandes, las supremas resoluciones, había dado algunos pasos en dirección al otro extremo de la pieza, cuando un brusco resplandor penetró por la ventana, rojo siniestro, contrastando extrañamente con la luz blanca de la luna.

Se detuvo Andrés y miró: el galpón de la lana estaba ardiendo. Anchas bocas de fuego reventaban por el techo, por las puertas; las llamas, serpeteando, lamían el exterior de los muros como azotados de intento con un líquido inflamable.

Poco a poco el edificio entero se abrasaba, era una enorme hoguera, y a su luz, allá, detrás del monte, por las abras de los caminos, habría podido alcanzarse a distinguir un bulto, como la sombra de un hombre que se venga y huye...

...Y recogiéndose las tripas y envolviéndoselas en torno de las manos, violentamente, como quien rompe una piola, pegó un tirón"

Sin rumbo, Eugenio Cambaceres (1885)



La Naturaleza no se puede controlar; nos encomendamos a ella, la asimos, la juzgamos sierva, la negamos, la manipulamos a nuestro antojo; pero ella arde, hoy nieva. Ayer el cielo rojo, hoy la tierra blanca.

Imagen: El cielo arde. Conrado Arranz.

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