19 de octubre de 2009

Una pesadilla llamada Diego Armando

Me prometía una y otra vez que no escribiría sobre esto, una y otra vez, casi tantas como el menos joven Pelusa (Oh Pelusa desde la fundación de su iglesia) repetía con fervor el salmo fálico con los ojos inyectados en sangre y una inquietud propia del que le pica más abajo. Pero ya se sabe, el cancionero popular del siglo veintiuno reza con exactitud: prometer, prometer hasta meter; por supuesto ni siquiera un gol. En esto de escribir hay una verdad como un templo (ahora que de nuevo se cruza el camino de la Iglesia con el sexo): si no escribes para sacarlo se queda dentro, y huyo, tengo pesadillas, me carcome las entrañas, navega como un submarino soviético en un lago sin fondo, la imagen de Diego en el autocar de la selección argentina, cerrando el puño y con un movimiento espasmódico y recurrente llevándolo repetidas veces hacia su boca. ¿Qué pensaría Freud de esta obsesión?

No anda tan perdido el Pelusa-entrenador por el área, siempre supo regatear bien a sus contrincantes, burlarse de ellos con un ligero movimiento pélvico, como bailarina de un club nocturno de Nápoles. El falo constituía en Grecia tema y motivo de algunos dramas satíricos, y la situación de Argentina antes de los dos últimos encuentros clasificatorios para el Mundial lo era. No es de extrañar entonces que su entrenador, profeta y Dios de la Iglesia maradoniana, encabezase la procesión ritual, agarrándose con firmeza a un repetido falo hasta entronizarlo en la prensa internacional, porque si algo tienen los medios de comunicación en el siglo veintiuno es la velocidad con la que transmiten la información y con la que nos machacan a los esporádicos (y no tanto) televidentes o radioyentes, una y otra vez, una y otra vez, casi tantas veces como si pareciera un orgasmo.

Prometí no escribir sobre ello, pero como lo he hecho, no tengo sino que restarle actualidad a este tema y recordar, a modo de indulgencia, la poesía del gran poeta latino Cayo Valerio Catulo.


ANFITRIÓN de las hambres, oh Aurelio, (léase Armando al efecto)
de éstas y de todas cuantas fueron,
cuantas son y serán en muchos años,
quieres dar por el culo a mis amores.
Con él estás, bromeas sin tapujos,
y pegado a su cuerpo intentas todo.
Pero en vano. Si algún engaño tramas,
antes has de catármela en tu boca.
Y, si tú bien comieras, callaría,
mas lamento que ahora a pasar hambre
y sed, pobre de mí, mi niño aprende.
Abandona con honra mientras puedas,
no tengas que acabar… pero mamándola.

(Catulo, Poesía completa, editorial Hiperión 1991 en versión castellana de Juan Manuel Rodríguez Tobal).

Imagen: ...capturada de la red. Músico-falo inca.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

D10s, qué pesadilla!. Me ha encantado tu reflexión. En mi blog Odio todo lo que odio doy mi pequeña visión de Maradona, desde mi pequeña pasión por el fútbol. Un saludo.

David Urgull dijo...

No me gusta el fútbol ni entiendo de tan complicado tema. De Maradona recuerdo aquel gol que metió con la mano, porque nos acribillaron con esa genialidad durante meses y años, como si ese gol fuera la cumbre de dicho deporte, mientras que a mí me parece, desde fuera del forofismo futbolero, que más que otra cosa ese gol manual representa la esencia del pícaro, la esencia del superviviente. Respecto a las demostraciones públicas de los vicios de Dios Maradona yo las aplaudo. Si Diego Armando quiere ahora mostrar su gusto por el onanismo o por la felación, o por una mezcla de ambas técnicas cosa que me parece imposible, pero que quizás él, como Dios, sí pueda, yo le aplaudo. Igual que le aplaudí cuando confesó que le gustaba el blanco de las líneas del campo. ¡Hagase la luz! ¡Vivan las pervesiones y los vicios!¡Qué los dioses se hagan mortales!

blasblog dijo...

la historia del "pibe de oro" es siempre compleja, en estos dìas lo hemos visto en toda su grandeza "humana" descargar su frustraciòn con periodistas y dirigentes Argentinos, culpables de haberlo nombrado entrenador de uno de los equipos màs fuertes del planeta para ver como hace sufrir a la hinchada..
seguramente como jugador ha sido uno de los mejores en la historia, mientras a nivel personal e intelectual siempre una descepciòn
Saludos
Blas

Conrado Arranz dijo...

Angus, muchas gracias, enhorabuena por haber encontrado bien las relaciones del odio y el fútbol. Me gusta el fútbol porque es el lago más reflectante de la condición humana.

David Urgull, de acuerdo, que sensación de gratitud y sosiego producen las perversiones. ¿Dios por fin es humano? Un abrazo (queda pendiente ese mezcal... por cierto me han regalado uno bueno hace unos días y me acordé de ti).

blasblog, resulta paradójico ¿no?, creo que es parte de este espectáculo global del que formamos parte. Saludos.

 
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