17 de diciembre de 2008

Hielo

Poco antes había puesto la palma de mi mano sobre la pared y las líneas que predicen muerte y recorridos vitales hirvieron ante el estímulo. Luego me senté frente a la mesa del salón, baja y carcomida por ácidos que invitan a placeres olfativos, y sobre uno de los cercos puse mi vaso transparente, casi desbordado por la presión que ejercía sobre el líquido un hielo en forma de serrucho cuyos dientes afilados parecían cortar la imagen en dos. No pude sino fijar la mirada en el hielo y allí me perdí en el leve degradar de sus paredes. Lo último que percibí fueron los cristales de mis lentes, reflejados en el espejo que flotaba cuando apenas ocupaba un espacio mínimo sobre la superficie y el agua seguía luchando con los bordes, barreras impuestas por lo material. Luego me alcanzó la ceguera y sólo pude sentir cómo se desbordaba el agua cuando el último grano sólido se integraba en el fluido cuyo objetivo último era estar dentro de mí y luego salir ardiendo.


"y siendo ciego me alumbró y adestró en la carrera de vivir"
("La vida de Lazarillo de Tormes", Anónimo).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Además el hielo de la foto parece un ojo, como haciendo órbita.

ROSA ALIAGA dijo...

Me ha encantado vuestro blog..la definición de libro vacio es genial...además he visto muchas páginas amigas entre vuestros preferidos...

Bárbara dijo...

ESte hielo está cargado de erotismo... ¿o sólo me lo parece a mí?

Conrado Arranz dijo...

Alberto, creo que fue mi ojo el que se quedó allí definitivamente plasmado.

Trilceunlugar, bienvenida... este libro también lo escribes tú.

Bárbara, esto es lo bueno de quedarse ciego mirando un hielo, que las sensaciones se multiplican y tienden al infinito (es lo único que se me ha quedado de las clases de matemáticas...juré a mis padres que un día lo alcanzaría y aún sigo dándole vueltas al cómo).

 
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