10 de octubre de 2007

Enrique Urdieta, el desequilibrado.

Es lo primero que el señor Vicent dijo de él cuando coincidió en la jornada de interpretación de sueños: “está desequilibrado”. Razones no le faltaban, puesto que al presentarse, Urdieta dijo que no había soñado nunca. Todos le miraron como pidiendo una explicación. “Simplemente me preparo para ello”, añadió el septuagenario. A su lado, el señor Vicent narraba con pasión los sucesos de la noche anterior, unos niños botando pelotas con ambas manos, unas niñas saltando a la comba, avanzan por un bulevar de un ancho infinito, sin aceras ni farolas, sin mobiliario urbano que impida un progreso rápido. Después tomó la palabra Karina que, con sentimiento itinerante, dedicó la primera parte de su explicación a observar la mirada de sus compañeros y dijo: “mojé la almohada, de lágrimas, al ver como un señor con gabardina gris apuñalaba a un policía que reprendía a un niño en mitad de la calle. El policía era joven, muy joven, gritaba y no sabía cómo reaccionar; ya en el suelo echó la mano a la pistola, pero no tuvo fuerza para sacarla, murió sumido en los murmullos de los peatones y el llanto de la vendedora de periódicos que le quería como si de un hijo se tratara”.

Hoy recibo cartas casi a diario de Enrique Urdieta que me cuenta desde la cárcel sus sueños después de que, tras la milagrosa jornada de interpretación, matara a un policía en pleno Paseo de la Reforma, el Día Internacional del Niño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay, amigo Conrado, la locura y sus manías... El loco, según la etimología latina, es el que está fuera de LOCUS, fuera de lugar; mientras que la griega la locura era la "manía": ¡Vaya mezcla!, ¿no?

 
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